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La triste necesidad de ver para creer.

“Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. Juan 20: 27-29 Ver para creer, tocar para sentir, son percepciones físicas desde que nacemos. Y en nuestro diario existir nos movemos con estas percepciones. Asentamos nuestras interrelaciones personales con nuestra pareja, familia y amigos, acariciándoles, abrazándoles, o mirándoles. Nos son inherentes estas atribuciones humanas. Por consiguiente necesitamos “ver para creer” ,” tocar para sentir”. Y por lo mismo, es muy fácil creer que algo existe cuando lo vemos, ¿Por qué pues nos dice Jesús, que debemos “creer sin ver”?. Creer en alguien sin haberlo visto, lleva en sí una dosis de fe superior a una fe “común” o una fe “humana”, y lo opuesto a esa fe humana, es la fe divina, fe que viene de Dios, por consiguiente el creer SIN ver, es la fe que Jesús nos pide. Cuando algo que nos parecía imposible se cumple, solemos decir “¡Ver para creer!”. Lo cual delata nuestra incredulidad o fal
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La expedición de la Cueva de los Tayos y su relación mormona

¡Fabricantes de dioses, el mormonismo fabricante de pruebas!

¡AL  DESCUBIERTO, LA MENTIRA DE LOS MORMONES EN LA HISTORIA DE LA CUEVA DE LOS TAYOS! Un rápido vistazo a una secta con crecimiento exponencial en nuestra sociedad, una doctrina con ángulos muy polémicos, aún no dilucidados, que hasta el día de hoy limita con lo espurio, sus líderes están en una búsqueda penosa, lamentable de "evidencias" para sostener y defender su "fe", aquí un ejemplo bochornoso en su pesquisa de argumentos. En Julio de 1976 tuvo lugar durante un mes y medio en Ecuador una aparatosa expedición. Se trataba de una intimidante movida científico-militar, auspiciada por el propio ejército ecuatoriano conjuntamente con Gran Bretaña, varias decenas de personas participaron en esta extraordinaria expedición hacia una fascinante formación geológica llamada la Cueva de los Tayos (nombre dado por las aves tayo que habitan en la caverna). Esta vistosa expedición tenía la atracción extra, de contar entre sus filas, con nada más y nada menos que